Un restaurante londinense ofrece menús gratuitos a sus clientes a cambio de que suban fotos de sus platos a las redes sociales
Tenía que pasar. Alguien ha conseguido mercantilizar el #foodporn. Si usted no es uno de los 200 millones de usuarios de Instagram, sepa que nos referimos a la fiebre por subir imágenes de comida a esta red social. Un comportamiento solo comparable, en términos patológicos, al de colgar retratos de pies en la playa y gatos en cualquier parte. Y no, no vamos a contarle la enésima historia de un bloguero o prescriptor que, a cambio de publicar una foto, recibe el objeto fotografiado como pago, sino la de un restaurante londinense que ofrece una cena gratis a aquel que instagramee sus platos. Elhashtag gastronómico como divisa.
Detrás de esta iniciativa se encuentra la compañía británica de comida congelada Birds Eye, que acaba de abrir un restaurante efímero en Londres, el Soho Picture House. En él, los clientes liquidan la cuenta subiendo a Internet una foto de alguno de sus platos bajo la etiqueta#BirdsEyeInspirations. “El concepto de pagar con una foto ha demostrado ser una forma muy eficaz de fidelizar a los consumidores. Tanto, que creemos que existe un nicho de mercado para desarrollar más proyectos de este tipo”, explica el director de la firma, Lynn Grant, en The Daily Beast. El restaurante permanecerá abierto en Londres durante tres meses y luego se trasladará a otras dos localidades del Reino Unido aún sin especificar.
El ejecutivo reconoce que, aunque esta iniciativa no es rentable en términos de ingresos directos, supone un éxito en materia de imagen de marca y relevancia mediática. La primera consecuencia de esta campaña de marketing es que la presencia de Birds Eye en las redes sociales crecerá cuantitaviamente. Para que también lo haga cualitativamente, el Soho Picture House cuenta entre su plantilla con un expertoinstagrammer que asesorará a los clientes sobre cómo crear una escenografía adecuada para que su plato luzca lo mejor posible. No es un truco nuevo. Según una encuesta realizada por Birds Eye entre los británicos, un 40% reconoce que siempre coloca y arregla sus mesas o recetas antes de hacer una foto y compartirla en Internet. Que les hace gastroestilismos, vamos. La espontaneidad está bien, pero, de la misma forma que la mayor parte de la gente se saca los selfies en contrapicado para que sus rostros salgan más afinados, también repasa el borde del plato con un paño antes de disparar, como un buen alumnos de Carlos Arguiñano.
Que compartir fotos de alimentos se está convirtiendo en un T.O.C 2.0 es algo que también confirman los datos que maneja la compañía de congelados. La mitad de los británicos ha retratado alguna vez lo que come y un 9% lo hace diariamente. Los australianos no les andan a la zaga: los dos millones de usuarios de Instagram registrados en este país han subido 24 millones de fotos etiquetadas como #foodporn. Movida por estas cifras, la Asociación industrial de restaurantes y caterings, que agrupa a 35.000 negocios de restauración, lanzará el próximo julio una aplicación específica para que sus clientes publiquen, comenten y geolocalicen sus gastroimágenes. “Uno de nuestros mayores problemas es que hay un montón de fotos maravillosas flotando por la blogosfera sin atribuir. La app ayudará a saber de qué platos se trata y a qué restaurante pertenece”, argumenta en The Sidney Morning Herald John Hart, presidente de la asociación.
Comentario
La moda de subir fotos a Instagram de los platos que vamos a disfrutar más tarde está en auge, al menos en la sociedad británica. Esta es, según los expertos, una manera excelente de fidelizar a los clientes, de crear imagen de marca y está claro que es un nicho de mercado muy potencial que está listo para ser explotado.
Paúl Dávila Herrera
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