SÍ, VALENCIA EN FALLAS.
Fiesta del fuego por naturaleza y preludio de la
primavera, irrumpe y transforma la capital del Turia. El bullicio, mascletàs,
castillos, desfiles y falleros toman las
calles de una ciudad que cada año honra con honores a Sant Josep. Y a esa
transformación se unen fallas, monumentos de cartón piedra en los que no falta
la ironía, la sátira y el sarcasmo, y que cambian la fisonomía de ciudades y
pueblos valencianos.
Máximo exponente de la tradición y el sentimiento de un
pueblo. Su fiesta más internacional. Unas celebraciones en las que el fuego
purificador engulle lo malo y lo negativo del año en los albores de la
primavera.
El origen de la fiesta está en la calle. Hace muchos años
los gremios, quemaban a las puertas de sus talleres trastos viejos y listones
de madera junto a los parots, una especie de antorchas con las que se alumbraban
durante el invierno, que con el tiempo se transformaron en los actuales ninots.
Precisamente los ninots son los que hoy dan sentido a las fallas gracias al
mensaje que transmiten. La noche del 15 de marzo es la de la plantà, el momento
en el que falleros y artistas trabajan para montar el monumento y que esté
listo el 16 por la mañana.
Los castillos y fuegos de artificio iluminan el cielo
valenciano desde el 15 de marzo. La Alameda es el lugar desde donde se lanzan
los castillos y que alcanzan su apogeo la madrugada del 18 con la Nit del Foc,
una exhibición pirotécnica única en el mundo.
Falleras y falleros son los protagonistas de otro
importantísimo acto: la Ofrenda a la Virgen de los Desamparados. Todas las
comisiones falleras desfilan desde sus casales hasta la Plaza de la Virgen,
donde se elabora el impresionante manto de la patrona de la ciudad con los
ramos de flores de las falleras.
Pero como todo, lo bueno también termina. El 19 de marzo
arden todos los monumentos falleros. La cremà empieza a las diez de la noche y las
llamas devoran una por una el resto de las fallas. La de la Plaza del Ayuntamiento es la última y como sabeis
este año es el Moisés de Miguel Angel y es la que marcará el final de las
fallas.
COMENTARIO PERSONAL
Sinceramente, son unas fiestas
que no entiéndo demasiado. Por otra parte, la salida que hicimos para visitar
el taller del fallero en Valencia, me encantó. Y es cierto, que ahora tengo un
concepto diferente de lo que pensaba. Cuando miro las fotos de las fallas, las
veo de otra manera y que decir de la del Ayuntamiento. Menudo trabajo tiene
hacerlas, aunque el precio que cuesta hacerlas, me parece quizás algo
desorbitado en algunos casos. Pero en general, creo que deberíamos disfrutar de
estas fiestas y más teniéndolas tan cerquita. Así que: “¡VISCA VALENÇIA!”
CRISTINA DELGADO ORTS.
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