El municipio de Manises, situado muy cerca de Valencia, y generalmente conocido por localizarse allí el aeropuerto que da acceso a miles de turistas a nuestra comunidad, es un claro ejemplo del potencial que tiene el turismo industrial en nuestra región.
En el caso de esta localidad, nos referimos a la cerámica, muy reconocida en el área de Valencia y con un pasado que aún sigue presente, aunque quizá no todo lo que debería. La cerámica manisera debe sus formas, colores, modos de cocción, entre otras cosas, a su origen árabe y, hasta bien entrada la Edad Media, no pasó por manos de los cristianos, los cuales la enriquecieron mediante su trabajo y experiencia.
En Manises podemos encontrar varios museos dedicados a este tipo de arte, la avenida de Basco Ibáñez que tiene todo su pavimento decorado con baldosas hechas de cerámica y estatuas dedicadas al trabajo de éste mismo arte, o bien talleres dedicados a los artistas José Gimeno o Arturo Mora, donde la gente se matricula aún actualmente para aprender a realizar esta disciplina.
Para conmemorar estos ilustres trabajos, la Ciudad de Manises, así nombrada en 1924 por el Rey Alfonso XIII, el día 18 de julio celebra una cabalgata que tiene como tema principal la cerámica. En ella, muchos carros, cargados con estas obras y conducidos por las asociaciones ceramistas, entregan al azar al público algunas de estas pequeñas grandes obras de arte.
Por último, hemos de añadir que es una fiesta reconocida a nivel autonómico a la cual acude gente de muchas otras localidades. Por la situación privilegiada de Manises, junto al aeropuerto de acceso a la comunidad, son también muchos los extranjeros y turistas que dedican parte de sus visitas a acudir a los museos y recursos turísticos que esta ciudad nos ofrece.
José L. Díaz Pérez
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